Antes de promoverlo a líder…

No es raro encontrar en las organizaciones a personas que han escalado gracias a su buen desempeño y compromiso. Comienzan en roles de menor jerarquía, ocupando puestos operativos o niveles iniciales dentro de la estructura de la empresa, y gradualmente avanzan hasta alcanzar posiciones importantes y de gran influencia.

Esta trayectoria ascendente puede ser una fuente de inspiración para muchos, ya que al observar que es posible llegar lejos partiendo desde abajo, se genera la confianza de que las oportunidades están al alcance de aquellos que se esfuercen y obtengan resultados para la organización.

No obstante, el crecimiento de una persona, ya sea de un operador en una línea de producción a líder, coordinador, supervisor, o de un vendedor a coordinador, director, entre otros ejemplos, debe fundamentarse en las competencias necesarias para ocupar puestos superiores.

Existen empresas que se enfrentan a una gran decepción cuando promocionan a un talentoso individuo a una posición de liderazgo, como por ejemplo, de un destacado vendedor a gerente comercial, solo para presenciar un declive en su desempeño y la falta de cumplimiento de las altas expectativas que se tenían de él o ella. Ser un excelente técnico u operador, o poseer habilidades destacadas en cualquier puesto, no garantiza automáticamente ser un líder sobresaliente.

Por esta razón, es crucial asegurarse de que cuando una persona es promovida a una posición de liderazgo, se le brinden las herramientas necesarias para desempeñarse en su nuevo rol y cumplir con las responsabilidades inherentes al mismo. Capacitación, desarrollo de habilidades de liderazgo, mentoría y orientación son aspectos vitales para respaldar la transición exitosa hacia este nuevo rol. Al proporcionar un sólido apoyo a los líderes emergentes, se establecen bases sólidas para el éxito en su nueva función, maximizando su potencial y contribuyendo al logro de los objetivos organizacionales.

La habilidad básica del liderazgo

A medida que uno avanza de un puesto operativo hacia un rol de liderazgo, se produce una transformación en las responsabilidades y enfoques laborales. En este nuevo rol, la persona se aleja gradualmente de las tareas operativas para enfocarse en la formulación de estrategias, la supervisión y la gestión del talento. Sin embargo, es crucial comprender que el liderazgo efectivo no se trata solo de habilidades técnicas, sino también de un conjunto de habilidades blandas cada vez más relevantes. La comunicación, en particular, emerge como un factor subestimado pero esencial.

A menudo se le asocia con la elocuencia y la capacidad de pronunciar discursos, pero la verdadera habilidad comunicativa va más allá de transmitir mensajes claros y bien estructurados. En el modelo tradicional de comunicación, el énfasis recae en el emisor como la parte activa y el receptor como la parte pasiva, pero ser un buen comunicador implica tanto hablar como escuchar atentamente. Reflexionemos sobre el verdadero significado de tener habilidades de comunicación en el contexto de un rol de liderazgo.

¿Qué es un buen comunicador bajo este concepto? alguien que es capaz de emitir un mensaje, un mensaje claro, bien estructurado. Comunicar se suele asociar más con hablar que con otra cosa. Y, si bien el hablar es una característica básica de la comunicación, no es la única. La escucha es otro factor tan importante, si no es que más, que el habla misma.

La escucha es el escenario donde se desarrolla gran parte de la comunicación y las relaciones interpersonales. Al escuchar, creamos nuestra propia interpretación de lo que el otro dice, y esa interpretación puede diferir de la intención original de nuestro interlocutor. El simple hecho de que alguien hable con una intención específica no garantiza que lo entenderemos de la misma manera. Por otro lado, hablar sin ser escuchado carece de sentido, ya que generalmente se habla con el propósito de ser escuchado. Por lo tanto, la escucha valida el habla.

Desde nuestras propias limitaciones biológicas hasta nuestros sesgos personales derivados de nuestra historia, educación, contexto y cultura, el oyente puede tener múltiples sesgos que moldean la interpretación de lo que escuchamos. Incluso podríamos decir que lo que entendemos es lo que conforma nuestra experiencia auditiva. Por eso, oír no es lo mismo que escuchar. Alguien que es bueno escuchando es alguien que interpreta correctamente y, el interpretar correctamente implica, entre otras cosas, asegurarse de haber entendido correctamente; algo que se conoce como validación de la escucha.

La importancia de que un líder sea hábil en la escucha y la comunicación radica en diversos factores fundamentales. En primer lugar, las responsabilidades y el éxito de un líder están intrínsecamente ligados al desempeño y rendimiento de aquellos a quienes lidera. Para lograr los objetivos y metas establecidos, es crucial que el líder pueda coordinar eficazmente las acciones y el trabajo de su equipo. En este sentido, la comunicación se convierte en una herramienta primordial, y la capacidad de escuchar de manera activa y efectiva se destaca como una habilidad básica.

Un líder que escucha atentamente tiene la capacidad de comprender las necesidades, ideas y perspectivas de cada miembro de su equipo. Al brindarles la oportunidad de expresarse libremente, fomenta un ambiente de confianza y apertura en el que los empleados se sienten valorados y escuchados. Esto no solo fortalece la relación entre el líder y los miembros del equipo, sino que también permite identificar posibles desafíos, resolver problemas y tomar decisiones informadas de manera colaborativa.

Además, la habilidad de escucha activa del líder contribuye a una mejor comunicación dentro del equipo. Al prestar atención a las ideas y opiniones de los demás, se evitan malentendidos y se fomenta un intercambio fluido de información. La escucha efectiva también permite al líder identificar las fortalezas y debilidades individuales de los miembros del equipo, lo que facilita la asignación de tareas adecuadas y el desarrollo personalizado de habilidades.

Asimismo, la capacidad de comunicación del líder se ve enriquecida mediante la escucha activa. Al comprender plenamente las inquietudes y sugerencias de los miembros del equipo, el líder puede articular mensajes claros y pertinentes que resuenen con todos los involucrados. Esto promueve una comunicación eficiente y efectiva en todas las direcciones, lo que a su vez mejora la colaboración, el compromiso y la cohesión del equipo.

En resumen, la habilidad de escuchar activamente y comunicarse de manera efectiva es esencial para un líder, ya que el éxito de sus responsabilidades depende en gran medida del desempeño conjunto de su equipo. La coordinación de acciones, la resolución de problemas y la toma de decisiones se ven favorecidas cuando se establece una comunicación sólida y se brinda importancia a la escucha atenta. Al cultivar estas habilidades, un líder puede impulsar un entorno de trabajo productivo, motivador y colaborativo, donde cada miembro del equipo se sienta valorado y comprometido con los objetivos comunes.

“Demasiados (ejecutivos) piensan que son maravillosos con las personas porque hablan bien. No se dan cuenta de que ser maravillosos con las personas significa «escuchar» bien”

Peter Drucker

Si fuera una sola la habilidad que un líder debería incorporar a sus competencias, esa sería la comunicación. Sin embargo, hay otras herramientas que sumarán a la capacidad para liderar efectivamente a un equipo de trabajo. Te invitamos a descubrir las 8 competencias clave que el líder debe tener.

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